martes, 29 de julio de 2008

No quiere

Miro atrás, quiero ver pero no veo nada, sólo al frente, sólo hacia delante vislumbro una tenue luz que veo borrosa a lo lejos.
Miro hacia abajo, algo me atrapa y me hunde en el oscuro líquido amniótico, me dejo hundir, me hundo con mis manos izadas, mis cabellos ondeando y mis apagados ojos abiertos.
De repente algo atrapa mi mano. Ya no me hundo, sumergida en aquel gélido líquido, el silencio atronador ensordece mi alma. El ángel caído susurra a mi oído que me quede, que no salga, que ya no hay nada para mí, casi le creo, le creí... Alcé la vista para despedirme de la borrosa luz, allí estaba esperando mi dulce despedida, mis labios se abrieron lentamente intentando susurrar un Adiós, pero no dijeron nada, no quisieron decir nada. Mis lágrimas se mezclaban con aquel fluido que me envolvía, no quería hundirme más pero tampoco llegar a la superficie, sabía lo que me iba a encontrar lo mismo que me tiró y volvería a empezar.
No quiero subir, no me hagas subir, no quiero hundirme, no me hundas, dejazme aquí, en medio de la nada donde la nada lo es todo, envuelta en un gélido líquido que hace que mis cabellos bailen al son del silencio y mis ropas le sigan el compás.
Mis apagados ojos abiertos se cierran, ya no tengo frío.
Ahora me veo suspendida en la nada, era lo que tenía que ser, ya no lloraré más. Me alejo, la dejo allí, ya no soy yo.
Ya no la subáis, ya no soy yo, es un cuerpo vacío, hueco y frío.

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